29 de diciembre de 2015
A la Conferencia de los Cuerpos Continentales de Consejeros
Muy queridos amigos:
- El Plan que el mundo bahá’í emprendió hace casi cinco años se encuentra en sus etapas finales; el cómputo final de sus logros sigue creciendo, pero se cerrará pronto. El esfuerzo colectivo que ha inspirado ha requerido la dependencia incondicional en esos poderes con que un Señor benevolente ha dotado a Sus seres queridos. Reunidos con ustedes en este momento de reflexión, somos conscientes de la determinación de los amigos para llevar el Plan actual a un final feliz, y de su afán de avanzar más aun por el camino que la experiencia ha marcado.
- La distancia considerable ya recorrida a lo largo de ese camino es evidente por los sumamente asombrosos resultados del Plan actual. La meta ambiciosa de elevar a 5.000 el número de agrupaciones donde está en marcha un programa de crecimiento, sea cual fuere su nivel de intensidad, parece que se conseguirá en los meses que restan hasta Riḍván de 2016. En muchas decenas de agrupaciones hay más de un millar de habitantes —en ocasiones varios miles— que participan en un modelo de actividad consolidado que abarca un número creciente de personas, creando comunidades cuyos hábitos de pensamiento y acción están arraigados en la Revelación de Bahá’u’lláh. A nivel mundial, medio millón de personas han podido completar por lo menos el primer libro de la secuencia de cursos, una hazaña extraordinaria que ha sentado una base segura para el sistema de desarrollo de recursos humanos. Una generación de jóvenes se siente impulsada a tomar acción motivada por una visión convincente de cómo pueden contribuir a la construcción de un mundo nuevo. Maravillados por lo que han visto, los líderes de la sociedad en algunos lugares están urgiendo a los bahá’ís a que amplíen la disponibilidad de sus programas para la educación de los jóvenes. Frente a la creciente complejidad, las instituciones bahá’ís y sus agencias están encontrando maneras de organizar las actividades de un número creciente de amigos promoviendo la colaboración y el apoyo mutuo. Y la capacidad de aprendizaje, que representó un legado tan inestimable de Planes anteriores, se está extendiendo más allá del ámbito de la expansión y la consolidación para abarcar otras áreas de la labor bahá’í, especialmente la acción social y la participación en los discursos prevalecientes de la sociedad. Vemos a una comunidad fortalecida con vigor y experiencia duramente adquirida, resultados de dos décadas de esfuerzo infatigable, centrada en un objetivo común: un avance significativo en el proceso de entrada en tropas.
- No cabe ninguna duda que este proceso debe ir mucho más lejos; sin embargo, los acontecimientos demuestran que ya se ha producido un avance significativo. Ha preparado a los amigos de Dios para una prueba más exigente de sus capacidades, una prueba que también demandará mucho de su institución a medida que los dirigen hacia el cumplimiento de sus requisitos. En el Plan venidero, que concluirá en el umbral del segundo siglo de la Edad Formativa de la Fe, llamaremos a los creyentes en todas partes a realizar el inmenso esfuerzo necesario para hacer fructificar las semillas que tan amorosa y diligentemente han sido sembradas y regadas en los cinco Planes que le precedieron.
El surgimiento de un programa de crecimiento
- El despliegue del proceso de crecimiento dentro de una agrupación, aunque intrínsecamente posea características únicas en cada caso, moldeadas por la receptividad de los que están expuestos a las enseñanzas divinas, se acomoda a ciertas características comunes. Muchas de éstas se trataron en nuestro mensaje a su conferencia de 2010, en la que se hacía referencia a una serie de hitos que marcan el progreso a lo largo de un camino de desarrollo. La comprensión colectiva de lo que se requiere para que los amigos de una agrupación pasen el primero de los hitos que describimos, y luego el segundo, ha aumentado a lo largo de este período.
- En el Plan de Cinco Años que ahora finaliza, la tarea a la que han hecho frente los creyentes ha sido la de aplicar todo lo que habían aprendido en los Planes anteriores a la labor de ampliar el proceso de crecimiento a miles de agrupaciones nuevas. Lo que esto ha mostrado es que mucho depende de la capacidad de las instituciones para recurrir a la ayuda de amigos de otras agrupaciones para reforzar las acciones de una comunidad bahá’í existente, por ejemplo organizando el apoyo de equipos de maestros o tutores visitantes. En muchos lugares el proceso de instituto empieza con la ayuda de creyentes de comunidades vecinas más sólidas, que encuentran maneras creativas de llegar a la población local, a los jóvenes en especial, y apoyarlos cuando empiezan a dedicarse al servicio. Los esfuerzos para estimular las actividades en una agrupación, especialmente en una agrupación que no se ha abierto todavía a la Fe, se ven grandemente potenciados si una o más personas se establecen allí como pioneros de frente interno, concentrando su atención en una parte de un pueblo o incluso en una sola calle donde hay elevada receptividad. Más de 4.500 creyentes se han levantado ya para servir de esta manera durante el presente Plan, lo cual es un logro extraordinario.
- Cualquiera que sea la combinación de estrategias empleadas, el principal objetivo es iniciar un proceso para el desarrollo de capacidad dentro de la agrupación mediante el que sus habitantes, impulsados por el deseo de contribuir al bienestar espiritual y material de sus comunidades, se ven habilitados para empezar a ofrecer actos de servicio. Una vez cumplido este requisito fundamental, surge un programa de crecimiento. Esencial es, por supuesto, el apoyo de los miembros del Cuerpo Auxiliar y sus ayudantes, cuya estrecha intervención desde los primeros indicios de actividad ayuda a los amigos a mantener una visión clara y unida de lo que se precisa.
Fortalecimiento del modelo de acción
- Al poco tiempo, se forma un núcleo de amigos en una agrupación que trabajan y consultan juntos y organizan las actividades. Para que el proceso de crecimiento siga avanzando, el número de personas que comparten este compromiso debe aumentar, y su capacidad para emprender acciones sistemáticas dentro del marco del Plan debe desarrollarse en la misma medida. Y al igual que el desarrollo de un organismo vivo, el crecimiento puede ser rápido cuando se dan las condiciones propicias.
- La principal de estas condiciones es un proceso de instituto que va ganando fuerza, dada su importancia crucial para la promoción del movimiento de poblaciones. Los amigos que ya han comenzado a estudiar los materiales del instituto y están también invirtiendo sus energías organizando clases para niños, grupos de prejóvenes, reuniones para la adoración colectiva u otras actividades relacionadas, se ven apoyados para seguir adelante en la secuencia de los cursos, al tiempo que sigue creciendo el número de aquellos que comienzan su estudio. Manteniéndose el flujo de participantes a lo largo de los cursos del instituto y hacia el campo de la acción, se amplía el conjunto de los que sostienen el proceso de crecimiento. El progreso depende en gran medida de la calidad de los esfuerzos de los que sirven como tutores. En esta etapa inicial, la mayoría de ellos podría provenir aun de otras agrupaciones, pero al mismo tiempo se va preparando a unos cuantos amigos de la localidad que, a medida que va aumentando su capacidad de acción, empiezan a ayudar a otros a estudiar los materiales del instituto. Los esfuerzos para dar paso al primer cuadro de tutores de la agrupación deben seguir un camino intermedio para evitar dos consecuencias indeseables. Si las personas avanzan a lo largo de los cursos del instituto muy precipitadamente, no se desarrolla suficientemente la capacidad de servir; por el contrario, si el estudio se prolonga excesivamente, el proceso se ve despojado del dinamismo necesario para su progreso. En diversas circunstancias se han empleado soluciones creativas para lograr el equilibrio necesario, garantizando que, dentro de un plazo razonable, algunos de los residentes en una agrupación estén capacitados para servir como tutores.
- Por supuesto, la provisión de capacitación no es en sí misma lo que ocasiona el progreso. Los esfuerzos para el desarrollo de capacidad se quedan cortos si no se toman medidas sin demora para acompañar a las personas en el campo del servicio. Un nivel adecuado de apoyo va mucho más allá de unas palabras alentadoras. Cuando uno se dispone a emprender una tarea desconocida, el trabajar junto a una persona con algo de experiencia amplía la conciencia de lo que es posible. La garantía de ayuda práctica puede darle a un emprendedor vacilante el valor de iniciar una actividad por primera vez. Después, las almas avanzan juntas en su comprensión, compartiendo humildemente las nociones que cada una tiene en determinado momento e intentando aprender ávidamente de sus compañeros de camino en el sendero de servicio. La incertidumbre cede y la capacidad aumenta, hasta el punto en que uno puede llevar a cabo actividades de manera independiente y, a su vez, acompañar a otros en el mismo camino.
- En lo que respecta al instituto, el flujo de participantes por sus cursos crea una necesidad creciente de apoyarlos sistemáticamente a medida que empiezan a servir como maestros de niños, como animadores y como tutores. Surgen de manera natural oportunidades para que los que forman parte del núcleo de creyentes que han adquirido ya cierto grado de experiencia en las actividades educativas ayuden a los que son más nuevos en ellas. La disposición de una persona para ayudar a otros a avanzar en sus esfuerzos para servir puede dar lugar a que se le asignen responsabilidades específicas. De esta manera, aparecen poco a poco coordinadores de cada una de las tres etapas del proceso educativo, según requieran las necesidades. Sus acciones siempre están motivadas por el deseo de ver desarrollarse la capacidad de los demás y fomentar amistades fundadas en la cooperación y la reciprocidad.
- Evidentemente, el proceso de instituto eleva la capacidad para una amplia gama de emprendimientos; desde los primeros cursos se anima a los participantes a que visiten a sus amigos en sus hogares y estudien una oración juntos o compartan con ellos un tema de las enseñanzas bahá’ís. Las medidas para apoyar a los amigos en estos esfuerzos, que han podido ser mayormente informales, resultan finalmente insuficientes, lo que indica la necesidad de que surja un Comité de Enseñanza de Área. Su principal foco de atención es la movilización de las personas, a menudo mediante la formación de equipos, para la continua expansión del modelo de actividad en una agrupación. Sus miembros ven a todos como colaboradores potenciales en la empresa colectiva, y valoran su propia parte en la promoción de un espíritu de propósito común en la comunidad. Con un Comité ya establecido, los esfuerzos en marcha para convocar reuniones para la oración, realizar visitas hogareñas y enseñar la Fe pueden ahora ampliarse considerablemente. Ustedes deberán animar a las Asambleas Espirituales Nacionales y los Consejos Regionales bahá’ís, igual como a los institutos de capacitación, para que estén atentos a cuando las condiciones de una agrupación requieran que las medidas administrativas asuman una forma definida, sin actuar prematuramente ni retrasar indebidamente la aparición de estructuras formales.
- Al igual que los individuos, las agencias que van surgiendo en una agrupación necesitan ayuda a medida que asumen sus funciones. La ayuda que los miembros del Cuerpo Auxiliar proporcionan en este sentido es esencial, pero también es una responsabilidad importante de los Consejos Regionales Bahá’ís o, en lugares donde no hay un Consejo, de la propia Asamblea Espiritual Nacional, y es asimismo una inquietud apremiante de los institutos de capacitación. La capacidad para servir hábilmente en el ámbito de la agrupación aumenta cuando se crean espacios en los que los creyentes partícipes pueden estudiar la guía, reflexionar sobre sus acciones bajo esa luz y obtener visión de ella, y al mismo tiempo entrar en contacto con el acervo de conocimientos más amplio generado en agrupaciones circundantes y mucho más allá. En lugar de la formulación de planes en abstracto, las consultas que se llevan a cabo en dichos espacios a menudo tienen como objetivo captar la realidad de la agrupación en ese momento en concreto e identificar los pasos subsiguientes para facilitar el progreso. Los que sirven a nivel regional o nacional pueden hacer mucho para asesorar a los amigos y ampliar su visión de lo que puede lograrse, pero sin intentar imponer sus propias expectativas en el proceso de planificación; más bien, ayudando a los creyentes que están laborando en una agrupación a mejorar progresivamente su capacidad para diseñar e implementar un curso de acción sustentado en la experiencia que se acumula a nivel de base de la comunidad y la familiaridad con las condiciones reales. Con objeto de desarrollar la capacidad de las agencias de la agrupación para aprender y actuar de manera sistemática, las instituciones regionales y nacionales deben ser rigurosas y metódicas en sus propios esfuerzos para ayudarlas. La asistencia de sus auxiliares en este trabajo asegurará que cada uno de los elementos del proceso de crecimiento alcance las características requeridas y que se mantengan la integridad y la coherencia de todos los esfuerzos.
- El impulso de aprender mediante la acción está, por supuesto, presente entre los amigos desde un principio. La introducción de los ciclos trimestrales de actividad aprovecha esta capacidad emergente y hace que se refuerce constantemente. Aunque esta capacidad está particularmente asociada con la fase de reflexión y planificación de un ciclo, especialmente con la reunión de reflexión que regula su latido pulsante, llega a ejercerse también en todos los demás momentos del ciclo por los que trabajan en líneas de acción relacionadas. Hemos notado que, a medida que se acelera el aprendizaje, los amigos se vuelven más capaces de sobreponerse a los reveses, ya sean pequeños o grandes: diagnosticando sus raíces, explorando los principios subyacentes, aportando la experiencia pertinente, identificando las medidas correctivas, y evaluando el progreso hasta que el proceso de crecimiento se ha revitalizado totalmente.
- La transformación individual y colectiva producida mediante la Palabra de Dios es fundamental para el modelo de acción que se desarrolla en una agrupación. Desde el principio de la secuencia de cursos, el participante se encuentra con la Revelación de Bahá’u’lláh al considerar temas tan trascendentales como la oración, el servicio a la humanidad, la vida del alma, y la educación de niños y jóvenes. A medida que la persona cultiva el hábito del estudio y la reflexión profunda sobre la Palabra Creativa, este proceso de transformación se manifiesta en la capacidad de expresar la comprensión propia de conceptos profundos y de explorar la realidad espiritual en conversaciones de trascendencia. Estas capacidades son visibles no sólo en las consultas elevadas que caracterizan cada vez más las interacciones dentro de la comunidad, sino también en conversaciones corrientes que van mucho más allá, especialmente entre los jóvenes bahá’ís y sus compañeros, llegando a abarcar a los padres cuyos hijas e hijos se están beneficiando de los programas educativos de la comunidad. A través de intercambios de este tipo se eleva la conciencia de las fuerzas espirituales, dicotomías aparentes ceden paso a percepciones inesperadas, se fortalece un sentimiento de unidad y vocación común, se refuerza la confianza de que se puede crear un mundo mejor, y se manifiesta un compromiso con la acción. Tales conversaciones distintivas atraen gradualmente a un número cada vez mayor de personas a tomar parte en una variedad de actividades de la comunidad. Temas relacionados con la fe y la certeza surgen de manera natural, provocados por la receptividad y las experiencias de los participantes. Lo que está claro, pues, es que a medida que el proceso de instituto cobra impulso en una agrupación, el acto de enseñar adquiere mayor predominio en la vida de los amigos.
- A medida que sigue el avance, los planes de las instituciones se sirven de la capacidad creciente para entablar conversaciones significativas. Cuando ya han surgido formalmente los ciclos de actividad, esta capacidad va siendo impulsada todavía más durante la fase de expansión que tiene un papel tan importante en determinar el resultado de cada ciclo. Los objetivos concretos de cada fase de expansión varían, por supuesto, en función de las condiciones de la agrupación y las circunstancias de la comunidad bahá’í. En algunos casos, su objetivo principal es aumentar la participación en las actividades básicas; en otros, se descubre una predisposición por aceptar la Fe. Surgen conversaciones sobre la Persona de Bahá’u’lláh y el propósito de Su misión en una variedad de entornos, incluidas reuniones hogareñas y visitas a los hogares. Las acciones emprendidas durante esta fase permiten que se ejerciten y se refinen las capacidades desarrolladas mediante el estudio de los materiales de instituto pertinentes. A medida que aumenta la experiencia, los amigos se vuelven más expertos en discernir cuándo han encontrado un oído atento, decidir cuándo ser más directos al compartir el mensaje, eliminar obstáculos a la comprensión, y ayudar a los buscadores a abrazar la Causa. El enfoque de trabajo en equipo permite a los amigos servir juntos, ofrecerse apoyo mutuo y consolidar la confianza, pero inclusive cuando llevan a cabo acciones de forma individual coordinan sus esfuerzos para un mayor efecto. Su enfoque y su inversión de tiempo dotan a esta corta pero decisiva fase del ciclo con la intensidad que requiere. Este espíritu de elevada resolución sirve para multiplicar los poderes de la comunidad, y en cada ciclo los amigos aprenden a depender cada vez más de las potentes confirmaciones del reino divino que sus acciones atraen.
- Hace cinco años, la mayoría de las agrupaciones donde se había establecido un programa intensivo de crecimiento eran aquellas en las que ya residía un número suficiente de bahá’ís, a menudo dispersos geográficamente. Los esfuerzos de los creyentes por promover la labor invitando la participación de amigos, compañeros de trabajo, familiares y conocidos contribuyeron a elevar el nivel de actividad en toda la agrupación de manera considerable. De hecho, la ampliación del círculo de participación por este método se ha convertido en un aspecto familiar de la vida bahá’í, y sigue siendo esencial. Al mismo tiempo, la experiencia indica que, para que el crecimiento se acelere mediante un flujo constante de nuevos participantes que entran en el proceso de instituto, se requiere algo más. El modelo de vida comunitaria debe desarrollarse en lugares donde brota la receptividad, esos pequeños núcleos de población donde es posible mantener un nivel de actividad intenso. Es aquí, en la realización de trabajos de construcción de comunidad en un entorno tan reducido, donde se manifiestan más coherentemente todas las dimensiones entrelazadas de la vida comunitaria, donde se percibe más profundamente el proceso de transformación colectiva, donde, con el tiempo, más visible se hace el poder edificador de la sociedad inherente a la Fe.
- Por lo tanto, una tarea valiosa que ustedes y sus auxiliares tendrán ante sí al inicio del próximo Plan será asistir a los amigos en todas partes a tener en cuenta que, para que los programas de crecimiento existentes continúen cobrando vigor, debe adoptarse extensamente y proseguirse de manera sistemática la estrategia de iniciar actividades de construcción de comunidad en barrios y pueblos que sean prometedores. Las personas que prestan servicios en estas áreas aprenden cómo explicar el propósito de esas actividades, cómo demostrar con hechos la pureza de sus motivos, cómo nutrir entornos en los que los inseguros puedan sentirse seguros, cómo ayudar a que los habitantes vean la riqueza de posibilidades creada cuando se trabaja en común, y cómo animarlos a que se levanten para servir los mejores intereses de su sociedad. No obstante, reconocer el valor real de esta labor debe también aumentar la conciencia de su carácter delicado. Un modelo incipiente de acción en un área pequeña puede sofocarse fácilmente con demasiada atención externa; así pues, el número de amigos que se reubican a esos lugares o los visitan con frecuencia no debe ser grande, ya que, en definitiva, el proceso que se está poniendo en marcha depende esencialmente de los residentes mismos. Lo que se requiere de los participantes, sin embargo, es un compromiso a largo plazo y un anhelo de llegar a familiarizarse hasta tal punto con la realidad de un lugar que se integran en la vida de la localidad y, dejando de lado el menor rastro de prejuicio o paternalismo, forjan esos lazos de verdadera amistad que son propios de compañeros de un viaje espiritual. La dinámica que se desarrolla en estos entornos crea un fuerte sentido de voluntad colectiva y de movimiento. Con el tiempo, la agrupación en su conjunto y sus centros de actividad intensa se infundirán mutuamente una comprensión más elevada que proviene de los esfuerzos para poner en práctica las enseñanzas en diferentes contextos.
- A medida que los amigos de una agrupación continúan reforzando y ampliando las actividades de construcción de comunidad que van tomando forma a su alrededor, se hace evidente que se ha logrado un progreso distintivo. Todos los elementos de un sistema necesarios para mantener el crecimiento están ahora dispuestos. La llegada al segundo hito en el continuo del desarrollo, que describiéramos a ustedes hace cinco años, va acompañada de avances cualitativos, pero también cuantitativos, tales como un aumento del número de personas ocupadas en conversaciones que permiten descubrir y cultivar la receptividad, en el número de hogares que se visitan, en las actividades básicas y participación en las mismas, en el número de personas que comienzan la secuencia de cursos o que apoyan a otros a medida que adquieren confianza para servir. La asistencia a reuniones para celebrar la Fiesta de Diecinueve Días y los Días Sagrados Bahá’ís está siendo fomentada por las Asambleas Espirituales Locales. Estos avances son las señales más visibles de un desarrollo mucho más exquisito: la expansión gradual, dentro de una población, de un modelo de vida comunitaria basado en las enseñanzas de Bahá’u’lláh. Y, naturalmente, el número de creyentes aumenta.
- En los últimos cinco años, el camino que conduce a la aparición de un programa intensivo de crecimiento se ha hecho más fácilmente discernible. Debe proseguirse con ahínco. En el Plan que comenzará el próximo Riḍván, hacemos un llamamiento a acelerar el crecimiento en todas las agrupaciones donde se ha iniciado. No obstante el flujo natural propio de un proceso orgánico, debe aparecer un arco visible de progreso en el curso de veinte ciclos. Este esfuerzo combinado debe intentar aumentar a 5.000 el número de agrupaciones donde un programa de crecimiento ha llegado a ser intensivo para Riḍván de 2021.
- Fijamos este objetivo ante el mundo bahá’í conscientes de que es realmente formidable; de que se requerirá una labor hercúlea; de que se tendrán que hacer muchos sacrificios. Pero frente a la angustia de un mundo que sufre más cada día privado de elixir de Bahá’u’lláh, no podemos, en conciencia, pedir nada menos de Sus devotos seguidores. Si Dios quiere, sus esfuerzos resultarán dignos de coronar un centenar de años de trabajo y sentar las bases para las hazañas todavía inimaginables que deben adornar el segundo siglo de la Edad Formativa.
- En los próximos meses ustedes iniciarán reuniones de consulta con las Asambleas Espirituales Nacionales para evaluar con ellos las implicaciones que este objetivo global tiene para sus respectivas comunidades, un proceso de consulta que debe extenderse rápidamente hasta llegar a las bases. Luego debe sobrevenir la acción. Anticipamos que el progreso se logrará más rápidamente en aquellas regiones donde se han sostenido uno o más programas intensivos de crecimiento durante algún tiempo, ya que éstas ofrecen una valiosa fuente de conocimiento y experiencia y representan una reserva de recursos humanos al esforzarse por fortalecer las áreas circundantes. La persecución de este objetivo resultará también en el surgimiento de nuevos programas de crecimiento, a menudo en agrupaciones que no se habían abierto y que bordean aquellas donde se ha producido un avance significativo. Este flujo de asistencia tiene su origen en los imperativos establecidos en las Tablas del Plan Divino.
Acogida de gran número de personas y manejo de la complejidad
- Mientras que, cuando un programa de crecimiento en una agrupación es incipiente, puede haber solo un puñado de personas ocupadas en promoverlo y los que participan quizás provengan de unos cuantos hogares únicamente, cuando ha llegado a ser intensivo, estas cifras, como es de esperar, han aumentado: posiblemente decenas de personas activas en la labor de expansión y consolidación, y el número de participantes posiblemente por encima del centenar. Pero el poder llegar a un gran número —movilizar a un centenar o más de personas, cuyo servicio los conecta con muchos cientos o incluso miles— requiere la capacidad de adaptarse a un aumento considerable de la complejidad.
- A medida que el proceso de crecimiento sigue cobrando intensidad, los esfuerzos de los amigos por participar en conversaciones significativas los lleva a un número mayor de espacios sociales, haciendo que una diversidad más amplia de personas se familiaricen con las enseñanzas y consideren seriamente la contribución que pueden aportar al mejoramiento de la sociedad. Además, más y más hogares se tornan como centros donde tienen lugar las actividades de construcción de comunidad, haciendo de cada uno un punto para la difusión de la luz de la guía divina. El instituto de capacitación se ve apoyado por un número creciente de amigos que sirven hábilmente como tutores y que, ciclo tras ciclo, ofrecen entre todos la secuencia completa de los cursos del instituto, a veces con gran intensidad. Así, el desarrollo de recursos humanos procede con mínima interrupción y genera una reserva de trabajadores que se amplía constantemente. Aunque sigue atrayendo a una diversa variedad de los habitantes de la agrupación, los que estudian sus cursos en números mayores son a menudo los jóvenes. El efecto transformador del estudio de la Palabra de Dios actúa sobre todos aquellos cuyas vidas son influenciadas de alguna manera por las actividades de la comunidad. Y a medida que crece el flujo de personas que inician un camino de servicio, se avanza considerablemente en todos los aspectos de las labores de construcción de comunidad de los amigos. Se multiplica el número de animadores de grupos de prejóvenes y maestros de las clases para niños, lo que alimenta una expansión de estos dos programas vitales. Se facilita que los niños pasen de un grado al siguiente, mientras que los grupos de prejóvenes progresan de año en año y anclan su aprendizaje en el servicio a la sociedad. Las agencias de la agrupación, reforzadas por el apoyo de las Asambleas Espirituales Locales, estimulan y fomentan el paso natural de los participantes de una etapa del proceso educativo a la siguiente. Un sistema educativo con todos sus elementos componentes, capaz de ampliarse para acoger a una multitud de personas, está ahora firmemente arraigado en la agrupación.
- Este tipo de progreso requiere los esfuerzos concertados de los amigos donde quiera que residan en la agrupación. No obstante, la experiencia del Plan actual demuestra que un modelo de acción capaz de abarcar a un gran número de personas es principalmente el resultado del esfuerzo por llevar a un número mayor de barrios y pueblos —lugares donde la convergencia de fuerzas espirituales está efectuando un rápido cambio entre un conjunto de personas— hasta el punto en que puedan mantener una actividad intensa. Un núcleo de personas dentro de cada una asume la responsabilidad del proceso del desarrollo de la capacidad de sus habitantes. Una sección más amplia de la población se suma a las conversaciones, y las actividades se abren a grupos enteros a la vez —comunidades de amigos y vecinos, grupos de jóvenes, familias enteras— permitiéndoles descubrir cómo se puede remodelar la sociedad que les rodea. La práctica de reunirse para la adoración colectiva, a veces para ofrecer oraciones al amanecer, nutre en el interior de todos una conexión mucho más profunda con la Revelación de Bahá’u’lláh. Los hábitos prevalecientes, las costumbres y modos de expresión se vuelven todos susceptibles al cambio, manifestaciones externas de una transformación interior más profunda todavía, que afecta a muchas almas. Los lazos que las unen se tornan más cariñosos. Las cualidades de apoyo mutuo, reciprocidad y servicio a los demás empiezan a sobresalir como características de una cultura emergente y vibrante entre los que participan en las actividades. Los amigos de estas localidades ayudan a las agencias de la agrupación a llevar el proceso de crecimiento a distintas partes de la agrupación, pues se sienten deseosos de mostrar a otros la visión de transformación que ya han vislumbrado por sí mismos.
- En el curso de sus labores, los creyentes encuentran receptividad dentro de distintas poblaciones que representan un determinado grupo étnico, tribal o de otra índole y que pueden concentrarse en un pequeño entorno o estar presentes en toda la agrupación y mucho más allá. Hay mucho que aprender sobre las dinámicas en juego cuando una población de esta índole abraza la Fe y se siente galvanizada mediante su influencia edificadora. Hacemos hincapié en la importancia de este trabajo para el progreso de la Causa de Dios: a cada pueblo le corresponde una porción en el Orden Mundial de Bahá’u’lláh, y todos deben reunirse bajo la bandera de la unidad de la humanidad. En sus primeras etapas, el esfuerzo sistemático por llegar a una población y promover su participación en el proceso de desarrollo de capacidad se acelera de manera notable cuando miembros de esa misma población están a la vanguardia de ese esfuerzo. Estas personas tendrán una percepción especial de las fuerzas y estructuras de sus sociedades que pueden reforzar las labores en curso de maneras diversas.
- A medida que el crecimiento de la agrupación sigue avanzando, aumentan las exigencias sobre el esquema organizativo del instituto de capacitación. Se requieren ahora más coordinadores, y algunos de ellos podrían concentrar sus esfuerzos en un área específica de la agrupación. Sin embargo, ello no debe necesariamente dar lugar a agregar nuevas capas a la administración. Es mucho lo que puede conseguirse mediante la colaboración, a medida que los coordinadores empiezan a trabajar en equipo, recurriendo en ocasiones a la ayuda de otras personas capaces. Las interacciones continuadas y el intercambio de experiencias dentro de estos equipos enriquecen constantemente la comprensión y aumentan la efectividad de su servicio. Los coordinadores también van descubriendo que sus esfuerzos pueden verse altamente potenciados si los amigos que sirven como maestros de niños, animadores y tutores, y que viven cerca unos de otros, pueden reunirse en grupos pequeños en los lugares donde sirven y ayudarse mutuamente.
- Mientras tanto, el Comité de Enseñanza de Área va alcanzando un nuevo nivel de funcionamiento. Está ocupado en una lectura más meticulosa de las circunstancias en toda la agrupación: por un lado, evaluando con precisión las capacidades de la comunidad y los efectos producidos por un crecimiento sostenido y, por otro, comprendiendo las implicaciones de diversas realidades sociales para la construcción de comunidad a largo plazo. En los planes que elabora cada ciclo, el Comité cuenta en gran medida con los que asumen la mayor parte de las labores de expansión y consolidación, pero en vista de que el número de personas conectadas de alguna manera con el modelo de actividad es ya elevado, empiezan a ser más apremiantes una serie de preguntas: cómo movilizar al cuerpo entero de creyentes en apoyo de las metas de enseñanza; cómo organizar visitas hogareñas sistemáticas a los amigos que podrían beneficiarse de cierta profundización y de conversaciones que los conecten con la comunidad; cómo fortalecer los lazos espirituales con los padres de los niños y prejóvenes; cómo aprovechar el interés de los que han demostrado buena voluntad hacia la Fe pero que todavía no participan en sus actividades. Otra inquietud es cómo promover más ampliamente la celebración de reuniones devocionales para que cientos de personas, y con el tiempo millares de ellas, se ocupen en la oración en compañía de sus familias y vecinos. Naturalmente, el propósito último del Comité es extender continuamente el alcance de los esfuerzos de la comunidad para que cada vez más almas lleguen a conocer el mensaje de Bahá’u’lláh. En el manejo de las complejidades inherentes a su propia labor, que incluye la recopilación y análisis de datos estadísticos, y una diversidad de otras tareas, el Comité se apoya en la ayuda de personas ajenas a sus propios miembros. Estas complejidades también requieren una colaboración cada vez más estrecha con las Asambleas Espirituales Locales.
- Por su parte, y en respuesta al creciente número de personas que asisten a las actividades, la Asamblea Local está elevando su capacidad para desempeñar las muchas responsabilidades que tiene para con una comunidad en expansión. Su objetivo es crear un ambiente en el que todos se sientan alentados a contribuir a la empresa común de la comunidad. Siente anhelo por ver cómo las agencias de la agrupación conquistan sus planes, y su profundo conocimiento de las condiciones de su área le permite fomentar el desarrollo de procesos que interactúan a nivel local. Con ello en mente, insta la participación entusiasta de los amigos en las campañas y reuniones para la reflexión, y proporciona recursos materiales y otro tipo de asistencia para las iniciativas y eventos que se organizan en la localidad. La Asamblea está también atenta a la necesidad de que los nuevos creyentes sean fortalecidos con sensibilidad, teniendo en cuenta cuándo y cómo introducirlos a las distintas dimensiones de la vida comunitaria. Alentando su participación en los cursos del instituto, procura asegurar que desde el mismo principio se consideren a sí mismos como protagonistas de un noble esfuerzo para construir el mundo de nuevo. Se encarga de que las reuniones para la Fiesta de Diecinueve Días, las conmemoraciones de los Días Sagrados y las elecciones bahá’ís sean oportunidades para reforzar los elevados ideales de la comunidad, fortalecer su sentido de compromiso común y robustecer su carácter espiritual. A medida que crecen los números en la comunidad, la Asamblea reflexiona sobre cuándo resultaría beneficioso descentralizar estas reuniones a fin de facilitar una participación cada vez mayor en estas importantes ocasiones.
- Una característica notable de las agrupaciones avanzadas es un modo de aprendizaje que permea toda la comunidad y dinamiza el desarrollo de la capacidad institucional. Relatos que aportan luz sobre un método, un enfoque, o todo un proceso fluyen continuamente de un lugar de actividad a otro. La reunión de reflexión a nivel de agrupación, donde sale a relucir gran parte de este aprendizaje, se complementa a menudo con reuniones en áreas más pequeñas, que generan un sentido de responsabilidad más sólido entre los asistentes. Este sentimiento de propiedad colectiva se hace más evidente ciclo tras ciclo: la fuerza liberada por un grupo de personas unido que se hacen cargo de su propio desarrollo espiritual por generaciones futuras. Y, en este empeño, el apoyo que reciben de las instituciones bahá’ís regionales y nacionales y sus agencias se siente como una corriente de amor incesante.
- Un resultado natural del aumento de recursos, así como de la conciencia de las implicaciones de la Revelación para la vida de una población, son los inicios en el campo de la acción social. A menudo, las iniciativas de este tipo emergen orgánicamente del programa de empoderamiento espiritual de los prejóvenes, o motivadas por las consultas sobre las condiciones locales que tienen lugar en las reuniones de la comunidad. Las formas que pueden asumir estos emprendimientos son diversas e incluyen, por ejemplo, asistencia tutorial a los niños, proyectos para mejorar el entorno físico, y actividades para fomentar la salud y la prevención de enfermedades. Algunas iniciativas llegan a consolidarse y van creciendo poco a poco. En algunos lugares, la fundación de una escuela comunitaria a nivel de base ha surgido de una profunda preocupación por la adecuada educación de los niños y la conciencia de su importancia, derivada de forma natural del estudio de los materiales del instituto. En ocasiones, los esfuerzos de los amigos pueden verse reforzados en gran medida por la labor de una entidad de inspiración bahá’í establecida en las inmediaciones. Por humilde que pueda ser al principio, este tipo de actividad es una señal de que una población está cultivando en sí misma una capacidad vital, una capacidad que encierra un potencial y significado infinitos para los siglos venideros: aprender la manera de aplicar la Revelación a las múltiples dimensiones de la vida social. Todas estas iniciativas sirven también para enriquecer la participación, a nivel individual y colectivo, en los discursos prevalentes de la comunidad en general. Como era de esperar, los amigos se sienten más inmersos en la vida de la sociedad, desarrollo que es inherente al modelo de acción en una agrupación desde el principio, pero que es ahora mucho más pronunciado.
- El hecho de que el movimiento de una población haya llegado hasta aquí demuestra que el proceso que lo produjo tiene la robustez suficiente para lograr y mantener un alto grado de participación en todos los aspectos que el desarrollo de capacidad conlleva, y manejar la complejidad resultante. Este es otro hito por el que los amigos deben pasar, el tercero de la serie desde que empezara el proceso de crecimiento de una agrupación. Denota la aparición de un sistema para extender, en un centro tras otro, un modelo dinámico de vida comunitaria capaz de integrar a una población —hombres y mujeres, jóvenes y adultos— en la labor de su propia transformación espiritual y social. Esto ha sucedido ya en alrededor de doscientas agrupaciones, abarcando un amplio abanico de circunstancias socio-económicas, y prevemos que será perceptible en varios centenares más a la conclusión del próximo Plan. Es un futuro al que pueden aspirar los amigos que laboran en miles de agrupaciones en otros lugares.
- En algunas de las agrupaciones donde el crecimiento ha evolucionado hasta este punto se ha producido un avance más emocionante todavía. Hay localidades dentro de estas agrupaciones donde un porcentaje considerable de toda la población está ahora participando en actividades de construcción de comunidad. Por ejemplo, hay pueblos pequeños donde el instituto ha podido conseguir la participación de todos los niños y prejóvenes en sus programas. Cuando el alcance de una actividad es amplio, el impacto social de la Fe se hace más evidente. La comunidad bahá’í obtiene un mayor reconocimiento como voz moral distintiva en la vida de una población y puede aportar una perspectiva fundamentada a los discursos en su entorno, por ejemplo acerca del desarrollo de las generaciones más jóvenes. Las figuras de autoridad de la sociedad en general comienzan a recurrir a la visión y la experiencia derivadas de iniciativas de acción social inspiradas en las enseñanzas de Bahá’u’lláh. Las conversaciones influenciadas por esas enseñanzas, interesadas por el bien común, penetran en una sección transversal más amplia de la población, hasta el punto en que su efecto se hace perceptible en el discurso general de una localidad. Fuera de la comunidad bahá’í, otras personas están empezando a considerar a la Asamblea Espiritual Local como una fuente radiante de sabiduría a la que ellas también pueden acudir para recibir iluminación.
- Reconocemos que acontecimientos como éstos son todavía una perspectiva lejana para muchos, incluso en agrupaciones en las que el modelo de actividad abarca a un gran número de personas. Pero en algunos lugares, ésta es la labor del momento. En estas agrupaciones, mientras los amigos siguen ocupados en apoyar el proceso de crecimiento, otras dimensiones del quehacer bahá’í reclaman una parte creciente de su atención. Están procurando entender la manera en que una población local floreciente puede transformar la sociedad de la que es parte integral. Ésta será una nueva frontera de aprendizaje para el futuro próximo, donde se generarán visiones que beneficiarán en definitiva a la totalidad del mundo bahá’í.
Liberar el potencial de los jóvenes
- Las maravillosas hazañas de los jóvenes en el campo del servicio son uno de los frutos más exquisitos del presente Plan. Si prueba alguna hiciera falta del extraordinario potencial que los jóvenes poseen, se ha aportado de manera indisputable. A raíz de las conferencias de juventud convocadas en 2013, la oleada de energía impartida a la labor que se lleva a cabo en las agrupaciones demuestra claramente cómo la comunidad del Más Grande Nombre es capaz de dar expresión a las más altas aspiraciones de los jóvenes. ¡Cómo nos complace ver que tras la participación de más de 80.000 jóvenes en estas conferencias, una pléyade adicional de más de 100.000 jóvenes se les ha unido para participar en numerosos encuentros realizados desde entonces! Las medidas para fomentar la plena participación de estos contingentes crecientes en las actividades de la comunidad constituirán un componente esencial del nuevo Plan.
- La entusiasta participación de los jóvenes también los destacó entre todas las poblaciones receptivas a las que los amigos han intentado llegar. Lo que se ha aprendido al respecto es cómo ayudar a los jóvenes a tomar conciencia de la contribución que pueden aportar al mejoramiento de su sociedad. A medida que se vuelven más conscientes, se identifican cada vez más con los objetivos de la comunidad bahá’í y expresan un afán por aportar sus energías a la labor en curso. Las conversaciones a este efecto despiertan interés sobre cómo canalizar las energías físicas y espirituales de que disponen en este momento de la vida para atender a las necesidades de otros, especialmente las de generaciones más jóvenes. Los encuentros especiales para jóvenes, que ahora tienen lugar con más frecuencia en el ámbito de la agrupación e incluso del barrio o pueblo, han demostrado ser ocasiones ideales para dotar de intensidad esta conversación continua, y son una característica cada vez más común de los ciclos de actividad en muchas agrupaciones.
- La experiencia sugiere que la conversación sobre la contribución al mejoramiento de la sociedad no llega a las fuentes más hondas de la motivación si excluye una exploración de temas espirituales. La importancia del “hacer”, de levantarse a servir y acompañar a almas compañeras, debe armonizarse con la noción del “ser”, de elevar la propia comprensión de las enseñanzas divinas y reflejar cualidades espirituales en la vida de uno mismo. Y es así que, habiéndoles presentado la visión de la Fe para la humanidad y el carácter exaltado de su misión, los jóvenes sienten naturalmente un deseo de poder servir, un deseo al que los institutos de capacitación responden con rapidez. Realmente, liberar la capacidad de los jóvenes es una obligación sagrada para cada instituto de capacitación. No obstante, alentar esa capacidad a medida que se va desarrollando es una responsabilidad de todas las instituciones de la Causa. La disposición que demuestran los jóvenes para tomar la iniciativa sea cual fuere la línea de acción que elijan, puede nublar el hecho de que necesitan un apoyo sostenido por parte de las instituciones y agencias de la agrupación, más allá de los primeros pasos.
- Los jóvenes se animan también unos a otros en este sentido, reuniéndose en grupos para estudiar más y conversar sobre su servicio, para apoyarse unos a otros en sus esfuerzos y consolidar su determinación, buscando siempre extender más ampliamente el círculo de amistades. El estímulo ofrecido de esta manera por una red de compañeros ofrece a los jóvenes una alternativa muy necesaria a esos cantos de sirena que invitan a las trampas del consumismo y de las distracciones compulsivas, así como un contrapeso a las invitaciones a satanizar a los demás. Es en este marco de enervante materialismo y resquebrajamiento de sociedades que el programa de empoderamiento espiritual de los prejóvenes revela su especial valor en este momento. Ofrece a los jóvenes un campo de acción ideal para ayudar a los que son más jóvenes que ellos a resistir las fuerzas corrosivas dirigidas a ellos de manera especial.
- A medida que los jóvenes avanzan por el camino del servicio, sus esfuerzos se integran de manera fluida en las actividades de la agrupación y, como consecuencia, la comunidad entera prospera como un todo coherente. El acercamiento a las familias de los jóvenes es un modo natural de fortalecer la construcción de comunidad. Las instituciones y las agencias se encuentran ante el reto de elevar su propia capacidad para encontrar maneras de hacer realidad el potencial de la juventud de manera sistemática. Con una mayor conciencia de las circunstancias y la dinámica de este grupo de edad, pueden planificar en consecuencia, por ejemplo ofreciendo oportunidades para que los jóvenes estudien los cursos de forma intensiva, quizás inmediatamente después de finalizado un encuentro de jóvenes. La infusión de energía de un grupo dinámico de jóvenes hace que se acelere el ritmo de trabajo dentro de una agrupación.
- Si bien es correcto esperar grandes cosas de los que tanto tienen que ofrecer en el camino del servicio, los amigos deben cuidarse de no adoptar una perspectiva estrecha de lo que conlleva el camino hacia la madurez. La libertad de movimiento y la disponibilidad de tiempo hacen posible que muchos jóvenes sirvan en maneras directamente relacionadas con las necesidades de la comunidad, pero a medida que se van acercando a los veinte años, sus horizontes se amplían. Otras dimensiones de una vida coherente, igualmente exigentes y altamente meritorias, empiezan a poner mayores demandas sobre su atención. Para muchos, una prioridad inmediata será la educación superior, académica o profesional según las posibilidades que tengan, y se abrirán ante ellos nuevos espacios de interacción con la sociedad. Además, los jóvenes de ambos géneros llegan a ser sumamente conscientes de las exhortaciones de la Pluma Suprema: «Desposaos […] para que engendréis a quien haga mención de Mí entre Mis siervos» e «incumbe a todos ocuparse en oficios y profesiones». Habiendo tomado un empleo, los jóvenes intentan naturalmente contribuir a su profesión, o incluso hacerla prosperar a la luz de los conocimientos que obtienen de su continuo estudio de la Revelación, y se esfuerzan por ser ejemplos de integridad y excelencia en su trabajo. Bahá’u’lláh ensalza a «aquellos que se ganan el sustento con su profesión y lo gastan en sí mismos y en sus familias por amor a Dios, el Señor de todos los mundos.» Esta generación de jóvenes formará familias que aseguran los cimientos de comunidades florecientes. Merced a su creciente amor por Bahá’u’lláh y a su compromiso personal con los estándares a los que Él los llama, sus hijos absorberán el amor de Dios «mezclado con la leche de la madre», y buscarán siempre el refugio de Su ley divina. Así pues, es claro que la responsabilidad de una comunidad bahá’í para con los jóvenes no termina cuando empiezan a servir por primera vez. Las importantes decisiones que tomen sobre la dirección de sus vidas adultas determinarán si el servicio a la Causa de Dios fue sólo un breve y memorable capítulo de sus años más jóvenes, o un centro fijo de su existencia terrenal, una lente a través de la cual se enfocan todas las acciones. Confiamos en ustedes y en sus auxiliares para asegurar que se dé la importancia debida a las perspectivas espirituales y materiales de los jóvenes en las deliberaciones de las familias, las comunidades, las agencias y las instituciones.
Elevar la capacidad institucional
- Los requisitos del Plan actual —el establecimiento de millares de nuevos programas de crecimiento y el fortalecimiento de los existentes— exigieron de las instituciones nacionales y regionales, así como de ustedes mismos, una proeza de fuerza y coordinación. Su cumplimiento se hizo posible gracias a un espíritu común de colaboración entre los tres protagonistas del Plan: el individuo, la comunidad y las instituciones. Este espíritu fue el requisito previo para toda empresa importante, incluidas las iniciativas especiales para establecer pioneros en determinados países y, por supuesto, la organización de las 114 conferencias de juventud. La actitud predominante del servicio con alegría, flexibilidad y desapego de las preferencias personales dotó de una cualidad sagrada incluso a las actividades administrativas de rutina. Sin duda, las nuevas exigencias del Plan venidero pondrán todavía más a prueba la capacidad de las instituciones bahá’ís pero, sea como fuere, preservarán con certeza este espíritu de unidad entre todos los que laboran juntos.
- Como se ha indicado anteriormente, el movimiento de las agrupaciones a lo largo de un todo continuo depende de la existencia de un compromiso por parte de las instituciones para guiar y apoyar las agencias de las agrupaciones y proporcionar recursos según las necesidades. Esta tarea es una de las responsabilidades primordiales de los Consejos Regionales Bahá’ís y de los institutos regionales de capacitación. El número de Consejos en el mundo aumentó de 170 a 203 en los últimos cinco años, lo que refleja la creciente necesidad de trabajo a este nivel y la capacidad creciente de llevarlo a cabo, y en algunos países donde no se han formado todavía los Consejos, se tomaron medidas concretas para adquirir experiencia en previsión de su creación, como por ejemplo el nombramiento de equipos regionales. En algunas regiones que se extienden a lo largo y ancho de un vasto territorio, los Consejos han tomado medidas para fomentar el desarrollo de conjuntos de agrupaciones contiguas. Mientras tanto, en países más pequeños que no requieren el establecimiento de Consejos Regionales, las Asambleas Nacionales están teniendo en cuenta de manera creciente cómo ayudar a avanzar a las agrupaciones, a veces mediante la formación de un grupo de trabajo encargado de esta tarea; les instamos a que fomenten el aprendizaje en esta área, con el objetivo de que, en su momento, puedan definirse estructuras formales que asuman esta responsabilidad de manera parecida a como lo hacen los Consejos en otros países. Y, como es el caso de los Consejos, entendemos que cualquier estructura de este tipo que emerja a nivel nacional se beneficiará de la interacción con la institución de los Consejeros.
- Para desempeñar sus deberes de manera efectiva, las instituciones regionales y nacionales deberán permanecer plenamente familiarizadas con lo que acontece a nivel de base y lo que se aprende en las agrupaciones cuyos avances supervisan. Se requiere acceso puntual a información sobre el movimiento de las agrupaciones y el trabajo del instituto en sus jurisdicciones para que puedan prestar apoyo a sus agencias y tomar las múltiples decisiones que atañen, por ejemplo, al despliegue de pioneros, a la asignación de fondos, a la creación y promoción de literatura bahá’í, y a la planificación de reuniones institucionales; les permite leer con precisión la realidad de sus comunidades y actuar sobre la base de necesidades bien comprendidas a la hora de dirigir las energías de los amigos hacia el cumplimiento de las exigencias del momento. A intervalos diversos, y en consulta con ustedes, es posible que a una Asamblea Nacional le resulte conveniente adoptar formalmente y difundir algunos aspectos de las lecciones que se han aprendido, sobre todo en relación con los esquemas organizativos a nivel de las agrupaciones y de la región. La necesidad de estar bien informados acerca de la experiencia acumulada de la comunidad tiene implicaciones concretas para las Asambleas Nacionales de países más grandes que tienen varios Consejos Regionales, particularmente cuando la Asamblea ha transferido a los Consejos la labor de la administración del instituto. En estos casos, a veces han sido necesarias nuevas medidas a nivel nacional para proporcionar a la Asamblea un análisis convincente de lo que se está aprendiendo en todas las regiones.
- Por supuesto, una Asamblea Espiritual Nacional tiene en última instancia la responsabilidad de fomentar todos los aspectos del desarrollo de la comunidad bahá’í. Aunque prosigue por sí misma diversas líneas de acción, en muchos casos cumple esta responsabilidad asegurando que los Consejos Regionales o agencias especializadas son capaces de tomar medidas para hacer avanzar áreas de trabajo que se les ha encomendado. A medida que la capacidad de los amigos aumenta y el tamaño de una comunidad crece, el trabajo de una Asamblea Nacional se vuelve proporcionalmente más complejo en sus múltiples dimensiones. Por lo tanto, y habida cuenta de la magnitud de la tarea que tienen ante sí las instituciones en el próximo Plan, las Asambleas Nacionales, así como los Consejos, se beneficiarán de considerar periódicamente, en colaboración con ustedes, si sus mecanismos administrativos, y de hecho elementos de su propio funcionamiento, podrían ajustarse o mejorarse en maneras que puedan favorecer más el proceso de crecimiento.
- Alcanzar un nivel más elevado de funcionamiento es igualmente una inquietud apremiante de los institutos de capacitación. Los esfuerzos de la comunidad para fortalecer los programas de crecimiento en miles de agrupaciones y mantener su intensificación exigirán un gran esfuerzo a estas agencias. Su centro de atención es, por supuesto, el despliegue de las tres etapas del proceso educativo que supervisan y el fortalecimiento del proceso de aprendizaje asociado con cada una, de manera que tanto la calidad de las actividades del instituto como la capacidad de hacerlas llegar a un número cada vez mayor de personas aumenten constantemente. Si bien es importante que los institutos atiendan a cuestiones de su funcionamiento diario, la magnitud de lo que debe lograrse requiere que también dediquen atención a consideraciones de carácter estratégico. Las juntas de los institutos de capacitación deben mantener una consulta permanente con los coordinadores nacionales o regionales, así como con los miembros del Cuerpo Auxiliar, sobre cómo cobra fuerza la actividad de una agrupación, cómo se le puede proporcionar los recursos necesarios, qué enfoques resultan efectivos en diferentes contextos, y cómo puede compartirse la experiencia. Tenemos en mente un esfuerzo sistemático y concentrado por parte de este grupo de colaboradores para recoger y aplicar las reflexiones que surgen de las bases con respecto a la promoción de las clases de niños, grupos de prejóvenes y círculos de estudio. El planteamiento de otras dimensiones del trabajo del instituto, tales como los esquemas de coordinación en el ámbito de la agrupación, el mejoramiento de la capacidad de los coordinadores y la gestión de las estadísticas y las finanzas, será asimismo fundamental. En su trabajo con los institutos de capacitación, sin duda velarán por que se sirvan de la experiencia de otros institutos en la misma zona del mundo. Los sitios para la diseminación del aprendizaje sobre el programa de prejóvenes ofrecen también una rica fuente de conocimiento para los institutos de los países o regiones cercanas.
- A medida que las instituciones y las agencias intentan acelerar los procesos de expansión y consolidación en todos los países, la cuestión de los recursos financieros exigirá de seguro una atención creciente. De hecho, un aspecto importante de la mejora de la capacidad institucional en el curso de los próximos años será el desarrollo continuo de los Fondos locales y nacionales. Para que esto ocurra, deberá invitarse a la generalidad de los amigos a que considere nuevamente la responsabilidad que tienen todos los creyentes de apoyar el trabajo de la Fe a través de sus propios medios y, además, administrar sus finanzas a la luz de las enseñanzas.
- La futura civilización concebida por Bahá’u’lláh es próspera, una civilización en la que los vastos recursos del mundo se destinarán a la elevación y regeneración de la humanidad, no a su degradación y destrucción. El acto de contribuir al Fondo está imbuido de un profundo significado: es una manera práctica de acelerar el advenimiento de esa civilización, y al mismo tiempo necesaria pues, como Bahá’u’lláh mismo ha explicado, «Aquel que es la Verdad Eterna – exaltada sea Su gloria – ha hecho que el cumplimiento de cualquier empresa en la tierra dependa de los medios materiales.» Los bahá’ís viven sus vidas en medio de una sociedad tremendamente desordenada en lo que concierne a sus asuntos materiales. El proceso de construcción de comunidad que están promoviendo en sus agrupaciones cultiva un conjunto de actitudes ante la riqueza y las posesiones muy distintas de las que prevalecen en el mundo. El hábito de contribuir periódicamente a los Fondos de la Fe, incluidas las contribuciones en especie particularmente en algunos lugares, nace de, y a la vez refuerza, un sentimiento de preocupación personal por el bienestar de la comunidad y el progreso de la Causa. El deber de contribuir, al igual que el deber de enseñar, es un aspecto fundamental de la identidad bahá’í que fortalece la fe. Las contribuciones sacrificadas y generosas del creyente, la conciencia colectiva promovida por la comunidad de las necesidades del Fondo, y la administración cuidadosa de los recursos financieros que ejercen las instituciones de la Fe pueden considerarse como expresiones del amor que une más estrechamente a estos tres actores. Y, en última instancia, la aportación voluntaria fomenta una comprensión de que la administración de las propias finanzas de acuerdo con principios espirituales es una dimensión indispensable de una vida vivida de manera coherente. Es una cuestión de conciencia, una forma de traducir en la práctica el compromiso con el mejoramiento del mundo.
- Les dirigimos estos enunciados en reconocimiento de la responsabilidad única que tienen ustedes, sus delegados y sus ayudantes para ayudar a los amigos a elevar su comprensión en numerosas áreas, y entre ellas, por supuesto, la que concierne a la dinámica de crecimiento. Como hemos indicado anteriormente, en la institución de los Consejeros la comunidad bahá’í tiene un sistema mediante el cual las lecciones aprendidas en las partes más remotas del planeta pueden beneficiar el proceso global de aprendizaje en el que puede participar cada seguidor de Bahá’u’lláh. A medida que con el tiempo brota gradualmente entre los creyentes una comprensión cada vez más profunda del Plan de Cinco Años, se identifican, se articulan, se absorben y se comparten las reflexiones que surgen de la aplicación de la guía. En este sentido, la comunidad del Más Grande Nombre tiene una inmensa deuda de gratitud con el Centro Internacional de Enseñanza que tanto ha hecho en los últimos años, y con tanta diligencia, para nutrir con amor y promulgar con energía un modo de aprendizaje que está ahora bien establecido.
- Los elementos esenciales del próximo Plan, igual que los que le precedieron, son simples. Sin embargo, llegar a una comprensión profunda de sus diversas facetas requiere una apreciación del sutil conjunto de operaciones mediante el cual evoluciona una agrupación. Confiamos en que su institución se familiarice a tal punto con la guía pertinente que los amigos en general, y las instituciones y sus agencias en particular, puedan depender de ustedes para arrojar luz sobre sus deliberaciones llamando su atención a consideraciones pertinentes. Sin embargo, es evidente que la necesidad de ayudar a los amigos en un mínimo de 5.000 agrupaciones donde se está intensificando el modelo de acción constituirá un reto considerable que tendrá implicaciones para su propio modo de funcionamiento, pero más especialmente para el de los miembros del Cuerpo Auxiliar. Las agrupaciones que están en las primeras filas del proceso de crecimiento en sus áreas demandarán inevitablemente gran parte de su tiempo; de igual manera, los mecanismos administrativos a nivel regional requerirán su apoyo con más frecuencia. Mucho les ocupa de lo que ocurre en la comunidad; atentos tanto al desarrollo de cada etapa del proceso educativo como al fortalecimiento de los ciclos de actividad, promueven la coherencia entre las líneas de acción que se están impulsando en una agrupación y avivan la llama de la pasión por la enseñanza. En el ejercicio de su responsabilidad de promover el aprendizaje y ayudar a los amigos a entrar en el campo del servicio, recurren en gran medida al instituto de capacitación, aspectos de cuyo trabajo están estrechamente alineados con el suyo. Pero sus otras obligaciones son igualmente imperativas. Por tanto, para atender a ese amplio abanico de responsabilidades, deberán considerar cómo pueden recurrir a la ayuda de sus ayudantes de manera más amplia y creativa. Por supuesto, a los ayudantes se les puede asignar cualquier tarea —sencilla o compleja, general o muy específica— y esta versatilidad constituye una fuerza distintiva. Mientras algunos ayudantes podrían ocuparse del desarrollo de una comunidad local, a otros se les podrían asignar tareas relacionadas con toda una agrupación. Orientándolos adecuadamente, guiándolos a medida que crece la capacidad, y aumentando progresivamente sus deberes, los miembros del Cuerpo Auxiliar podrán explotar mejor las posibilidades existentes. No hay duda que mucho se aprenderá como resultado de ello, y les animamos a que extraigan reflexiones de la experiencia de sus auxiliares.
Un período de especial potencia
- La prosecución sistemática del Plan en todas sus dimensiones da lugar a un modelo de empresa colectiva que se distingue no sólo por su compromiso con el servicio, sino también por su atracción a la adoración. La intensificación de la actividad que requieren los próximos cinco años enriquecerá aún más la vida devocional que comparten los que sirven codo a codo en agrupaciones alrededor de todo el mundo. Este proceso de enriquecimiento está ya muy avanzado: comprueben, por ejemplo, cómo las reuniones para la adoración se han integrado al núcleo de la vida comunitaria. Las reuniones devocionales son ocasiones en las que cualquier alma puede entrar, inhalar los aromas celestiales, experimentar la dulzura de la oración, meditar en la Palabra Creativa, transportarse en las alas del espíritu, y comulgar con el Amado. Se generan sentimientos de camaradería y solidaridad, sobre todo en las conversaciones espiritualmente elevadas que se producen de forma natural en esos momentos, y por medio de las cuales se puede abrir la «ciudad del corazón humano». Convocando una reunión de adoración en la que se da la bienvenida a adultos y niños de cualquier procedencia se evoca el espíritu del Mashriqu’l-Adhkár en cualquier localidad. El realce del carácter devocional de una comunidad tiene también un efecto sobre la Fiesta de Diecinueve Días y puede notarse en otros momentos en que se reúnen los amigos.
- Las conmemoraciones de los Días Sagrados tienen una posición especial a este respecto. Las Tablas que se recitan, y las oraciones, historias, canciones y sentimientos que se comparten, todas ellas expresiones de amor por esas Figuras Sagradas cuyas vidas y misiones se están evocando, conmueven el corazón y llenan el alma de maravilla y admiración. Durante el Plan de Cinco Años que se va a iniciar tendrán lugar dos ocasiones históricas de este tipo: los aniversarios de los doscientos años del Nacimiento de Bahá’u’lláh y del Nacimiento del Báb, en 2017 y 2019 respectivamente. Estos Festivales gloriosos ofrecerán la oportunidad a los bahá’ís de todos los países para atraer al mayor número posible de creyentes, sus familias, amigos y colaboradores, así como a otras personas de la sociedad en general, para conmemorar ocasiones en que un Ser inigualado en la creación, una Manifestación de Dios, nació al mundo. La celebración de estos bicentenarios aumentará sin duda el reconocimiento de cómo la conmemoración de los Días Sagrados, de acuerdo ahora con un calendario que une a los amigos de Dios en todo el mundo, fortalece la identidad bahá’í.
- De hecho, en los años venideros la comunidad conmemorará una serie de aniversarios, concluyendo con el Centenario de la Ascensión de ‘Abdu’l-Bahá en noviembre de 2021, que cerrarán el primer siglo de la Edad Formativa. El año que viene el mundo bahá’í cumplirá cien años desde que fluyera de la pluma del Maestro la primera de las Tablas del Plan Divino. En estas catorce Tablas, reveladas durante una de las horas más oscuras de la humanidad, ‘Abdu’l-Bahá estableció un estatuto para la labor de enseñanza encuadrando el planeta entero como su teatro de acción. Mantenido en suspenso hasta 1937, cuando les fuera asignado a los bahá’ís de América del Norte el primero de una sucesión de Planes lanzados por iniciativa del Guardián, el Plan Divino ha seguido desplegándose durante décadas desde entonces, a medida que ha ido creciendo la capacidad colectiva de los seguidores de Bahá’u’lláh, permitiéndoles asumir cada vez mayores desafíos. ¡Cuán maravillosa la visión del Autor del Plan! Poniendo ante la vista de los amigos la perspectiva de un día en que la luz de la Revelación de Su Padre iluminaría todos los rincones del mundo, fijó no sólo estrategias para el logro de esta hazaña sino también principios rectores y requisitos espirituales inmutables. Cualquier esfuerzo realizado por los amigos para propagar sistemáticamente las enseñanzas divinas remonta sus orígenes a las fuerzas puestas en marcha en el Plan Divino.
- El próximo proyecto global al que se convocará a los amigos requiere la aplicación de estrategias probadas, acción sistemática, análisis fundamentado y aguda percepción. No obstante, se trata sobre todo de una empresa espiritual, y su verdadero carácter no debe oscurecerse jamás. La condición desesperada del mundo intensifica la urgencia de actuar. Todo lo que los seguidores de Bahá’u’lláh han aprendido durante los últimos veinte años debe culminar en los logros de los próximos cinco. La magnitud de lo que se les pide trae a la mente una de Sus Tablas en la que, en términos sorprendentes, describe el desafío que entraña la difusión de Su Causa:
¡Cuántas tierras se han quedado sin labrar ni cultivar; y cuántas tierras, a pesar de haber sido labradas y cultivadas, se quedaron sin agua; y cuántas las tierras donde, al llegar el tiempo de la cosecha, no apareció ningún cosechador para recolectar! Sin embargo, merced a las maravillas del favor de Dios y las revelaciones de Su bondad, tenemos la esperanza de que surjan almas que sean las encarnaciones de la virtud celestial y se ocupen en enseñar la Causa de Dios e instruir a todos los que habitan en la tierra.
- Los esfuerzos sistemáticos de Sus seres queridos en todo el mundo tienen por objeto el cumplimiento de la esperanza así expresada por la Bendita Perfección. Que Él les fortalezca a cada paso.
[firmado: La Casa Universal de Justicia]
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